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EL INCÓMODO
El alzacuellos, el ocio, las tallas de la ropa, la primavera y otros enemigos irreconciliables

Cuando no se tiene en qué pensar se piensan las cosas más increíbles

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LA PRIMAVERA (detalle)

Viñeta de la colección NO ME CUELGUES

© Julian y Chuso (Abril, 2002)

Martes, 14 de Octubre de 2014   Madrid, España,

"hubo un tiempo no muy lejano en el que el clero imponía la fecha en la cual los españoles alcanzaban el uso de razón"

 

"El único objetivo del sistema de tallas estándar es sembrar la duda del comprador, hacer cola en los probadores, y perder el tiempo y dinero..."

Verdaderamente hay individuos en la historia que se han dedicado a buscarse los enemigos más inesperados. Parece una carrera surgida de la imaginación de alguien en uno de esos días en los que debía estar invadido por el ocio. Cuando no se tiene en qué pensar se piensan las cosas más increíbles, a veces para bien y a veces para mal, todo depende del rango de poder que se tenga en la escala social. El alzacuellos, por ejemplo, es una prenda que usa el clero desde el siglo XVII, parece ser que por imposición del rey español Felipe IV, que quiso frenar el uso extendido de la muy adornada gola o gorguera. Puede que para ello se encomendara a San Yugo, patrón de los almidones. Como venganza al pensamiento ocioso de Felipe IV, el clero intenta imponer aquello de que "a quien madruga, Dios le ayuda". Aunque nadie lo crea, hubo un tiempo no muy lejano en el que el clero imponía la fecha en la cual los españoles alcanzaban el uso de razón y, por tanto, tenían que limitar su imaginación para el juego y el ocio. Eso fue así para todos en España hasta finales de la década de los 70 del siglo XX. Por eso afirmamos, sin temor a equivocarnos, que el mayor enemigo del clero es el ocio. De ello damos fe, perdón por la expresión.

Parece que alguien, en otro de esos días con nada bueno en qué pensar, decidió imponer un modelo de tallas para la ropa. Quizá para ello se encomendó a San Galimatías, patrón de la anarquía de las cosas inútiles. Intentar imponer estándares a la anarquía es un ejercicio digno del sistema capitalista. Sólo para darse cuenta de lo inútil de la propuesta basta con consultar la norma europea EN 13402 sobre designación de tallas para prendas de vestir; cruzarla con la estadística de alturas medias de hombres y mujeres según países, razas y edades; e intentar después comprender las diferentes denominaciones de estándares para la fabricación y comercialización de calzado según la región económica de que se trate. Claro que para hacer eso en un solo día habría que madrugar mucho y solicitar la ayuda divina para su comprensión. El ocio lo tiene solucionado desde hace tiempo, y para ello no se necesita haber adquirido el uso de razón: Siéntese uno en un banco público y obsérvense las muy diferentes tipologías humanas que pasan por delante. El único objetivo del sistema de tallas estándar es sembrar la duda del comprador, hacer cola en los probadores, y perder el tiempo y dinero en la devolución, cambio o arreglo de prendas de vestir. Es por eso que afirmamos, sin temor a equivocarnos, que el mayor enemigo del ocio es el sistema de tallas estándar. De ello damos fe, perdón por la expresión.

Menos mal que todos los años la primavera asoma por la ventana con las ganas tímidas de quien sabe que tiene la batalla ganada. No hay nada capaz de parar cada año las ganas de ver el resurgir de la vida. Contra la primavera nadie ha podido conspirar con éxito, ni siquiera en uno de esos días en los que el ocio hace pensar a algunos cómo fastidiar a los semejantes. Parece más bien al contrario. Puede que sea la primavera quien, en su letargo ocioso anual, haya urdido pautas para fastidiar a los amigos de lo inútil. Quizá para ello se encomendó a Santa Molicie, patrona del placer de los sentidos. Por ejemplo, la primavera le pone apellido a un síntoma capaz de justificar el absentismo laboral, una suerte de pereza clínicamente probada que mejora después de un ligero sueño. Se trata de la astenia primaveral que produce, sólo por el mero cambio de estación y por necesidades psíquicas y hormonales, cierto cansancio y falta de energía. Este síntoma se manifiesta sobre todo por la tarde, y mejora con la siesta. Así pues, con la primavera, "a quien madruga, la siesta le cura", todo un torpedo a la línea de flotación del alzacuellos. La primavera dispara también contra el sistema de tallas de los calzoncillos, aunque la explicación y justificación detallada de este tema requeriría de un esfuerzo que nos impide la astenia primaveral que invade nuestros cuerpos en estos momentos. Sin embargo afirmamos, sin temor a equivocarnos, que el mayor enemigo del sistema de tallas estándar es la primavera. De ello damos fe, perdón por la expresión.

 

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Una artículo de Moreno Bros.

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TEMAS Diseño, Moda,
ETIQUETAS Primavera, Tallas, Humor,
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