La artista brasileña (Niterói, 1971) exhibe en la Galería Blanca Soto una de sus series más recientes. Educada en grabado en la Universidad de Rio de Janeiro, su trabajo no se realiza de forma rápida y sin proceso, sino más bien de una manera estructurada y metódica. Ha realizado residencias en Croacia, los Países Bajos y Santo Tomé y Príncipe (África). Ricalde ha expuesto en Lisboa, París y Oslo y fue representada por la Galería Baró (Sao Paulo) en la edición 2011 de Art Basel Miami Beach.
Viento del desierto, 2014
© Rosana Ricalde
32 x 24 cm
Técnica Acrílica sobre Papel
La palabra... escrita, dicha, imaginada. La literatura está siempre presente en la obra de Rosana Ricalde. En sus recientes trabajos promueve el encuentro entre dos personajes que figuran en el imaginario colectivo de occidente, Sherezade y Penélope. Dos mujeres que incorporan la paciencia para crear sus tramas y hacen que sus memorias mantengan vivos sus recuerdos día y noche, no son antagonistas, sino cómplices en el proceso de construcción de sus narrativas y en el desarrollo prodigioso de sus historias. Fragmentos incompletos que van construyendo un gran tejido con precisas y delicadas aportaciones, que constituyen una red dibujada con un cuidado y una atención minuciosos por parte de la artista.
Penélope, en un eterno coser, y Sherezade, en un eterno contar, se presentan a través de líneas, curvas y formas creadas por Rosana Ricalde. La artista dibuja su trama y nos atrapa a todos, pero al dejar espacios libres en las imágenes que crea, aquel que mira es invitado a crear también sus propias narrativas, a revivir sus experiencias y a entablar relaciones entre tiempos y lugares muchas veces nunca visitados. Así, aquel que ve deja de ser un espectador más y pasa a ser él mismo el protagonista de la historia. Contempla con la mirada la historia creada por Ricalde y la completa con su imaginación y sus vivencias.
En los trabajos de la artista la incompletud es premeditadamente dejada en abierto para la participación del otro. Aquel que mira también contribuye en la trama y en el silencio de la contemplación, se involucra y participa de la obra. Ricalde hace que su trabajo estimule lo que podemos llamar una nueva mirada, que está abierta y disponible al otro. Las historias de Sherezade y Penélope hablan del tiempo, un tiempo impreciso y casi infinito, donde el poder reside en resistir y perseverar, en contar y callar, en creer y abrirse al otro.
En la ansiedad agotadora del siglo XXI, Ricalde actualiza dos figuras míticas del imaginario colectivo. A través de su arte, tan delicada y sutil, la artista nos hace recordar que las buenas historias persisten en el tiempo y de ellas podemos comprendernos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea. Y nada más urgente al día de hoy que dedicarse a disfrutar del tiempo distendido, impreciso; de la amplitud del tiempo presente. El tiempo paciente de Sherezade y Penélope encuentran una fuerte representación en la poética de Ricalde.
La artista juega con nuestra mirada. Ver y no ver. Lo que los ojos son capaces de ver nos señala muchas veces la superficie fina de una trama mucho más densa y compleja. Mujeres fuertes, determinadas y de una delicadeza genuina que en tiempos convulsos, de intrigas, violencia, desconfianza y dolor, nos hacen creer en la cara buena de la humanidad. Las obras de Rosana nos hacen pensar que perseverar, de forma inteligente, sutil y creativa, puede ser la salida a la barbarie que acompaña el ser humano en su trayectoria.
Mirar hacia atrás, buscar en el pasado la referencias para pensar el presente y proyectar el futuro. Un futuro más tierno, acogedor y sereno. La paciencia frente a la urgencia para aportar todos los días una pequeña contribución a la historia que no sabemos ni cuándo ni cómo se acaba, pero que un día tendrá fin.
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